sábado, 20 de julio de 2019

MEJOR A LA PORTUGUESA ...

Todas las fuerzas de izquierda y progresistas de España, y de Europa incluso, hemos ensalzado la experiencia política y de gobierno de nuestro querido y proximo Portugal. Una experiencia que ha dado resultados espectaculares en un país duramente castigado por la crisis, como el nuestro, y por las duras condiciones del ajuste y la austeridad procedentes de Bruselas -o de Berlin, más bien-

Hoy Portugal es más próspero, más rico globalmente al haber reducido el deficit y saneado las finanzas públicas, más justo por generar más y mejor empleo, por mejorar los salarios y rentas más bajas, las de la mayoría, con más confianza en la viabilidad de su sistema de protección social, con más garantías y atractivos para la inversión productiva ... con más autoestima nacional y más alegría de vivir, en suma.

Todo el mundo ha tenido que reconocer que, pese a ser un pequeño país del sur que casi se sale de la Unión, Portugal ha sido como un faro para todos iluminando cómo hacer bien las cosas para que salgan bien. Por eso, en estos años, han desfilado por Portugal casi todos los líderes progresistas europeos, y los españoles con más asiduidad, para alabar y emular en lo posible, digo yo, el  modelo portugués.

¿Y cuál es la clave política y funcional de dicho modelo?. Pues que ha habido un gobierno monocolor socialista, compacto como una roca, presidido por un hombre decente, voluntarioso, moderado en las formas y corajudo en el fondo, que ha gobernado en base a un programa (un pro-gra-ma, coño) pactado con todas las fuerzas de izquierda y progresistas portuguesas, que han apoyado la ejecución del mismo en las instancias parlamentarias y en todos los ámbitos sociales, incluyendo el sindical, muy importante en Portugal.

Si eso es así, y lo es, y ha sido ensalzado por nuestros líderes progresistas,  a qué viene tanta bronca y despropósito entre nosotros con lo del gobierno con todos los adjetivos que se quiera -coalición, cooperación, agitación-. Sean consecuentes con sus valoraciones del modelo portugués y aplíquenlas aquí porque, al fin y al cabo, Portugal para nosotros no es ni Kazajastán ni las Islas Reunión; somos más bien dos caras de una misma moneda; cierto que con problemáticas específicas que nos diferencian -por suerte para los portugueses- pero no nos hacen antagónicos.

O sea:  1) Programa Común Progresista, con luz y taquígrafos, procurando ampliar el alcance y consenso del mismo al más ámplio espectro posible (las prioridades y orientaciones de  corto y medio plazo están clarísimas), 2) Gobierno socialista sin fisuras al servicio del Programa, dirigido con guante de seda en mano de hierro,  para que cada consejo de ministros sea un Viernes Social, contante y sonante, fundado en unos Presupuestos Generales expansivos al encuentro de la Justicia y el Progreso Social, de Europa y de los cambios estructurales tanto tiempo aplazados, desde el climático al energético, pasando por el industrial y territorial, 3) Apoyo mayoritario en el Parlamento al desglose de medidas e iniciativas legislativas concretas a que den lugar los Presupuestos anuales y los Viernes Sociales semanales,  4) Comisiones parlamentarias y partidarias de seguimiento, cumplimiento y evaluación del Programa, y 5) Todo el que se reclame de la Democracia con Equidad y Justicia, de una España fundada en la Solidaridad y el respeto a su Diversidad, de una Europa Social y abierta al mundo como motores de su progreso y competitividad ... debemos movilizarnos y apoyar la realización y la mejora, incluso, del Programa Común Progresista en todas las instancias de la vida cotidiana.

A la portugesa, vamos.

En mi opinión, el problema no es un gobierno de coalición con Iglesias o sin él. El problema es la fórmula misma. Obviamente, no creo que haya acuerdo por el hecho de que Iglesias ya no quiera ser vicepresidente o ministro, pero pretende reservarse el "nombramiento" proporcional de unos cuantos en un gobierno "presidido" por Sánchez. Ya.

A riesgo de equivocarme, como siempre, creo que el consenso estratégico de verdad es mimetizar aquí la fértil experiencia portuguesa, que ha sido muy beneficiosa para el país y su mayoría social y para todas y cada una de las fuerzas progresistas constructoras de ese consenso estratégico y programático.

Piénsenlo, si quieren, hay tiempo.

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