Hace muchos años ya que el cine argentino es de proyección mundial. Ahí están los galardones y reconocimientos. Y es que allí hay abundancia de creatividad, talento, guionistas, directores, actrices y actores, de tronío todos.
Por eso, y un montón de razones más que no voy a destripar, deben ir a ver "El cuento de las comadrejas". Sólo con las razones que hay a la vista sería suficiente para ir: Está Campanella al frente, y tiene mucho que ver con el guión, están Graciela y Brandoni, el cínico matrimonio rico, colaboradores con la dictadura militar, que hacen ostentación cutre ante el resto de la familia pobre, en la genial y desternillante "Esperando a la carroza" de los 80 ... está Oscar Martinez y un hijo de Francella, y nuestra hermosísima Clara Lago que por segunda vez mimetiza con maestría el acento porteño en el papel de una bella sin entrañas ni escrúpulos ... Vayan, vayan a verla, antes de que se la cuente.
La película es un bucle infinito de metáforas, de nostalgias y fracasos, de esperanzas en sueños que jamás se cumplirán, porque para eso están los sueños, para no cumplirse, de confrontaciones entre mundos que se ignoran y desprecian ...
Tiene moraleja la película, claro, si no no sería Campanella el autor ni a mí me gustaría:
El triunfo de la experiencia, la sabiduría, la sensibilidad, el apego a sus sueños y a su sentido de la vida, y la mala leche y la crueldad también llegado el caso, de viejos militantes de la razón y la belleza, frente a la ambición sin límite y la ausencia total de referencias morales e históricas de los jóvenes cachorros nacidos del vientre del capitalismo improductivo y especulativo de hoy.
Ahí lo dejo.
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