jueves, 6 de junio de 2019

LA  JUSTICIA  SOCIAL  Y  CATALUNYA  SON  INELUDIBLES,  PEDRO.

El Jefe del Estado ha encargado a Pedro Sánchez, lider del Socialismo Democrático, que negocie lo que sea preciso para tramitar con éxito la investidura en el Congreso de los Diputados a la Presidencia del Gobierno de España para el periodo 2019-2023. Casi nada.

No es nada novedoso ni sorprendente, pues el PSOE ganó las Elecciones Generales del pasado 28 de Abril, y a su lider corresponde llevar la iniciativa en primera instancia.

Lo que ocurre, como todo el mundo sabe, es que la victoria no alcanza para una investidura mecánica ni siquiera cómoda, pues Sánchez dispone de 123 diputados de los 176 que son necesarios, en primera votación, para pasar la investidura.

Los 53 votos que faltan habrá que currárselos con picardía y elegancia, que diría el castizo, pues ya están los concernidos, empezando por Podemos que pondría la mayor parte de esos 53, y que tendría en su participación en un hipotético "gobierno de coalición" la tabla de salvación frente a una crisis interna sin miramientos ... escribiendo la carta a Pedro Sánchez con la "plataforma reivindicativa" a la medida del número de votos que cada cual pone en el tablero. Fácil no va a ser, desde luego.

Para ponerlo más dificil, la jugada sobre la investidura grande se simultanea con multitud de jugadas en curso de diverso tamaña. Dicho sea con el debido respeto institucional, se trata de un guirigai notable; inevitable, por otra parte, al coincidir todos los escenarios electorales y la gestión de los mismos en el mismo periodo de tiempo, configurando así una especie de inmensa partida de ajedrez, con cientos de tableros que se intercomunican y el accionar de unos determina o condiciona el de otros. Una tarea para ajedrecistas de altísimo nivel y, la verdad, no sé yo si tenemos abundancia de eso.

El caso es que Pedro Sánchez, tras concluir la audiencia con el Rey y asumir el encargo investidor, ha declarado en conferencia de prensa muy vespertina los ejes del programa que presentará en el Congreso como fundamento de la  solicitud de investidura:

1 - Lucha contra el cambio climático.

2 - Impulso al proceso de digitalización.

3 - Contra la desigualdad social.

4 - Europa.

El enunciado de estos cuatro puntos creo haberlo recogido en su práctica literalidad. Pese a lo raquítico de ese enunciado, creo que la música suena bien y que una concreción de la letra, de forma realista y posibilista, puede depararnos una sinfonía o un concierto más que aceptable.

No obstante, sólo unos comentarios breves sobre la letra: 1) No hay, en la escueta partitura del Presidente, ni una nota, ni una palabra, sobre la situación en Catalunya; no digo yo que el tema deba erigirse en el centro de gravedad de la agenda española, pero ni mencionarlo me parece excesivo, 2) La prioridad de prioridades es el punto 3; la precariedad laboral, la explotación, la pobreza, los bolsones de exclusión y marginación, la desigualdad y la injusticia social extremas, eso sí que son amenazas graves a la cohesión y la unión de la sociedad española, y es en ese terreno donde un gobierno progresista debe fajarse de verdad a riesgo de quedarse sin credibilidad ni apoyos si no lo hace, 3) Por supuesto, los otros tres temas son ineludibles e indivisibles entre sí en una perspectiva española y europea de progreso e innovación con equidad social y calidad democrática.

Si la política estuviera regida por la lógica que debiera subordinarla al bien común y el interés público, todo el mundo debería apoyar y arrimar el hombro para que el programa sugerido por Sánchez tuviera efectos positivos sobre la realidad durante los próximos cuatro años ... Pero me temo que la ambición, las prisas por el poder, la intrepidez propia de los pocos años, lleve a nuestras derechas a encontrarle más defectos que virtudes al programa en cuestión. Ellas verán, pero que tengan muy en cuenta, sobre todo Cs, que lo esbozado por Sánchez es el espacio programático de confluencia de socialdemócratas, liberales y verdes que se está configurando en Europa frente al peligro real de la ultraderecha antidemocrática y de la tibia resistencia a ésta de la derecha convencional.

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