martes, 20 de agosto de 2013

Intervención de Manuel Zaguirre en el Seminario previo al II Congreso de la CSA-CSI (Foz de Iguazú/Brasil, 17 de Abril 2012)

“El movimiento sindical ante la crisis del capitalismo”

Queridos compañeros y compañeras:

Antes que nada, querido compañero Laerte, agradecerte tus cariñosas palabras de presentación y el honor que me hace la CSA-CSI al invitarme a participar plenamente en su II Congreso. Para mí, que considero que la unidad sindical internacional entre la CIOSL y la CMT es lo más importante que hemos hecho los trabajadores y sindicalistas en muchas décadas, es un gran honor acompañarles en este II Congreso como ya lo hice en el primero y como lo he hecho con los celebrados, tras el congreso fundador de Viena del 2006, en Africa y Asia.
Mi intervención lo es a título estrictamente personal, no comprometo el posicionamiento de la USO ni de SOTERMUN, la ONG que aún dirijo, aunque tampoco creo que se aparte mucho de ellos. El pensamiento y propuestas de acción que les hago llegar no tiene otra legitimidad ni representatividad que casi 50 años de vida militante, la mía, que ahora va tocando a su final natural, fundada en un principio incuestionable para mí: La primacía y centralidad del Trabajo Humano sobre el capital y la tecnología en tanto que instrumentos producidos por la laboriosidad y creatividad del Trabajo y que debieran estar siempre a su servicio.
En cuanto al lema concreto de este panel del macro-Seminario previo al II Congreso, permítanme decirles que no hay nada más tóxico ni atentatorio contra la calidad, la seguridad del Trabajo y de la Vida, que este capitalismo especulativo y globalizado que lo contamina todo y cuya hegemonía es la causa de la peor crisis que azota nuestros países y se ensaña en las clases trabajadoras y en los sectores populares más empobrecidos.
Entrando en materia y antecedentes,

• Con la caída del muro de Berlín nos prometíamos a nivel universal décadas de
libertad, progreso, paz y seguridad. Fuimos bastante ilusos. No reparamos que el
muro cayó también de nuestro lado no sólo del soviético.

• Lo cierto es que de aquellas ilusiones de hace poco más de 20 años hemos pasado
al temor fundado de hoy de que la Humanidad y las clases trabajadoras puedan
sufrir un severo retroceso histórico en términos sociales, económicos, medioambientales,
de calidad democrática… Ya no se privan de pregonar e imponer
políticas y demoliciones sociales con la vista puesta en el paisaje de hace más de
un siglo…
I. Capitalismo con una acusada vertiente especulativa y delictiva

• ¿Qué ha sucedido para que en ese período histórico tan sumamente breve, menos
de 25 años, se haya pasado de las ilusiones de un mundo libre, justo, prospero y
sostenible para todos, a esta realidad alarmante de desigualdad extrema, desempleo
y precariedad en aumento constante, hambre, mortandad infantil por falta de
recursos básicos como agua o fármacos, violencia, inseguridad extrema, graves
violaciones de los derechos humanos, amenazas in crescendo contra la paz y la
estabilidad mundial…? Nuestros sueños de hace un cuarto de siglo se han quedado
en la pesadilla horrible de hoy…
¿Por qué?

• En la larga etapa de la guerra fía, tras la segunda guerra mundial, había un mundo
bipolar que garantizaba un equilibrio, que algunos llamaron “del terror nuclear” y
una cierta contención y disuasión en el bloque capitalista que se correspondía con
democracias más o menos auténticas. Generalizando, el miedo al comunismo
guardaba la viña social del capitalismo, utilizando abusivamente el refrán español,
es decir, el capitalismo procuraba y aceptaba ciertos desarrollos sociales
redistributivos en evitación del “peligro comunista”. En aquella etapa yo solía
sostener que fue en los países capitalistas donde el marxismo ganó no pocas
batallas; en los países llamados comunistas o del “socialismo real”, las perdió
todas. Por supuesto, esas batallas ganadas en los países capitalistas lo fueron por
las luchas y el esfuerzo del sindicalismo que, sabemos de sobra, son más fructíferas
cuando se dan en condiciones básicas de democracia y libertades.
“…El capitalismo procuraba y aceptaba ciertos desarrollos sociales
redistributivos en evitación del peligro comunista…”
SOTERMUN-U.S.O.
Plaza Santa Bárbara, nº 5-6ª Planta; 28004–MADRID; Tfno.: 00.34.91.308.25.86 - Fax.: 00.34.91.310.16.01
E-mail: presidencia_sotermun@uso.es - www.sotermun.es
• Tras la caída del muro y la Unión Soviética, por la que no siento ninguna nostalgia,
el capitalismo aparece como la única referencia ideo-política y económica sobre el
planeta. No es sorprendente, por lo tanto, la tentación de arrasar, libre ya de
contrapesos o elementos de auto-contención. Además, el súbito desarrollo de las
tecnologías de la comunicación ha provocado que, el intrínseco afán de lucro
privado consustancial al capitalismo, se haya visto favorecido por el fenómeno de
la globalización y la especulación financiera frente a un capitalismo de naturaleza
más productiva, con mayor inserción local y más atento a las necesidades sociales
y de empleo que genere demanda interna y consumo, como auto-generadores del
propio capitalismo basado en la economía real.
• Y así ha sido, sin que antiguas potencias comunistas hayan hecho o hagan lo más
mínimo para atenuar este desarrollo salvaje y estéril del capitalismo post-muro.
Todo lo contrario. Potencias como Rusia o China son hoy paradigmas de ese
capitalismo salvaje en el que vale todo, incluyendo las relaciones laborales de
explotación y la falta o restricción severa de las libertades sindicales, entre otras.
Rusia y China son, además, la confirmación dramática de que este capitalismo
salvaje y global requiere de las dictaduras y los totalitarismos para sobrevivir.
• En síntesis, sobre la coartada de los mercados como agentes sobrenaturales e
intangibles a los que idolatrar, se universaliza la especulación y la corrupción
financiera, el ataque estratégico a las estructuras estatales, sociales y democráticas,
como “obstáculos” al libre designio de los mercados y al rendimiento ilimitado de
los capitales.
• Esa ofensiva lleva pareja otra de naturaleza ideológica, de rancio sabor ultraliberal,
antisocial y antidemocrática, en función de la cual el Estado Social, lo
público, la solidaridad, son antiguallas; las instituciones y los políticos que deben
gestionarlas, meros corruptos o aprovechados; parados y excluidos, gandules a la
sopa boba del Estado; el sufragio universal, una retórica inútil; el sindicalismo y
los sindicalistas, vividores de las subvenciones, etc…
• En esta sutil y brutal ofensiva ideológica, hay perversiones conceptuales como
“mercado de trabajo” o “capital humano” que, incluso, el movimiento sindical las
asumimos de forma acrítica e ignorante de la fuerte carga que contienen contra la
primacía del Trabajo y del humanismo.
“…Rusia y China son la confirmación dramática de que este capitalismo
salvaje y global requiere de las dictaduras y los totalitarismos para
sobrevivir…”

• Sobre la deriva irracional de este capitalismo post-muro y su fuerte composición
especulativa, retengan estos datos:
- Se calcula que la economía real y productiva de bienes y servicios genera al
año en torno a 50 billones de euros. En ese mismo período anual, los
llamados “mercados financieros”, capitalismo especulativo puro y duro,
mueven unos 3.500 billones de euros, o sea, casi 80 veces lo que la economía
real… y libre de impuestos.

• Este capitalismo que nos ocupa tiene una dimensión delictiva explícita, además de
la implícita en su vertiente especulativa: el PIB mundial se compone en una alta
proporción –imposible calcularlo con detalle, obviamente- del “rendimiento” de
cinco tráficos:
1. El tráfico ilegal de armas.
2. El de diamantes.
3. El de drogas y estupefacientes.
4. El de mujeres, niños e inmigrantes.
5. El de capitales para y por la evasión fiscal.
Tras estos “tráficos” hay un inmenso sufrimiento humano, guerras, violencias y
corrupciones sin cuento. Por supuesto, los beneficios del delito global entran en los
respetables circuitos financieros globales a través de bancos no menos respetables
y doctorados en blanqueo.

• No es necesario globalizar tanto para verificar la dimensión delictiva –como
mínimo en el plano moral- de este capitalismo. El origen verificable de esta crisis
que sacude a países de capitalismo “avanzado” es inequívocamente delictivo,
vinculado a la especulación inmobiliaria, a las hipotecas podridas y exportadas a
los circuitos financieros hasta envenenarlos del todo, o directamente al expolio de
bancos, cajas de ahorro, aseguradoras, etc, por parte de ejecutivos tan altos como
ladrones… Cuando yo insisto en que esta crisis ha sido provocada por bandas de
delincuentes organizados que no han tenido el menor reparo en destruir la
economía productiva y el empleo real para maximizar beneficios y resultados
financieros… no busco el impacto de una frase fuerte, me limito a describir lo
evidente. ¡Si lo sabremos en España!, uno de los escenarios más dramáticos e
impunes de estos manejos delictivos.
“… La economía real productiva de bienes y servicios genera al año en
torno a 50 billones de euros… El capitalismo especulativo mueve unos
3.500 billones de euros…”

• No obstante, siendo todo esto tan dramático y destructivo, tampoco me causa una
gran sorpresa. El escenario de hoy es la consecuencia lógica de la hegemonía de
este modelo de globalización de signo ultra-liberal y de capitalismo improductivo.
Pero también de un cierto papanatismo y desarme del movimiento sindical y de la
izquierda socio-política, que creímos de buena fe que el comportamiento del
capitalismo de los países centrales en el período de post-guerra y de la “guerra fría”
sería el comportamiento universal en el período de la globalización post-muro.
Grave error por el que estamos pagando y haciendo pagar a sectores sociales de
base trabajadora cada vez más amplios.

• Y no hay sorpresa porque todo responde a una lógica implacable:
- Si permitimos, o no confrontamos lo suficiente para impedirlo, que se
ataque y socave el Trabajo, su valor integral, su centralidad histórica,
fundamentos del sindicalismo de clase y solidario y de la izquierda sociopolítica,
que se mercantilice su valor central, que nos conformemos con
el empleo indigno y super-precario ante la dificultad de luchar y ganar
el Trabajo Decente… pues entonces, más pronto que tarde, se nos cae
todo en lo que creímos y por lo que luchamos.
Se nos cae la economía productiva, el Trabajo Decente, también
productivo y progresivo, las estructuras fiscales y redistributivas, los
servicios públicos asistenciales y promocionales, expresión de la
solidaridad social y humanista y de la igualdad de oportunidades
inherente a toda sociedad moderna; la credibilidad en las instituciones
democráticas y en su papel regulador; se nos cae la autonomía y la
confianza de la gente en el liderazgo político, sindical, intelectual,
espiritual, de nuestras sociedades, pues creen que ese liderazgo se pone
indignamente a los pies del dinero de dudosa legalidad y nula moralidad
y de los poderes fácticos que lo producen y acumulan… Se nos cae, en
suma, el Estado Social y la Democracia misma.
“…El PIB mundial se compone en una alta proporción del tráfico ilegal
de armas, de diamantes, de drogas y estupefacientes, de mujeres,
niños e inmigrantes, de capitales para y por la evasión fiscal…”
“…Si permitimos que se ataque y socave el Trabajo, su valor integral,
su centralidad histórica… pues entonces, más pronto que tarde, se
nos cae el Estado Social y la Democracia misma…”

II. Resistir, luchar, pensar, construir un nuevo modelo económico
y social, cooperativo, solidario, autogestionario
Consciente de que agoté el tiempo inicialmente asignado, permítanme telegráficamente
trasladarles de forma atropellada algunas ideas para la acción frente y contra este
capitalismo tóxico y estéril y en el horizonte de nuevos sueños y modelos de economía
y sociedad que hemos de hacer posibles por necesarios:
• La unidad sindical que representa la CSI, y que tanto nos
costó, no puede ser un hecho retórico, superestructural,
“internacional” en el sentido más remoto y estéril de la
palabra. La unidad sindical hay que cerrarla a niveles locales y
nacionales, cueste lo que cueste, como mínimo entre las
organizaciones que formamos parte de la misma familia
internacional, de la CSI. Unidad para pensar, luchar y vencer
juntos, frente al pluralismo fratricida que nos debilita y
esteriliza.
• En ese contexto unitario, local, nacional y global, hemos de
asumir y creernos realmente las Declaraciones de Principios y
los Programas de los que nos hemos dotado cada
confederación sindical y, por acumulación unitaria, nuestra
CSI y sus expresiones regionales de proximidad, como la CSA
para las Américas. La dicotomía entre nuestros programas y
principios como textos sagrados, y olvidados, y nuestra
práctica cotidiana basada en el “realismo” y en el
“pragmatismo” inerciales, debe terminar; porque daña la
coherencia y la credibilidad del movimiento sindical y lo
condena a una suerte de esquizofrenia entre la inspiración ideal
de sus textos sagrados y la mediocridad de su acción cotidiana.
Principios y Programas con mayúscula han de concretarse en
tácticas y estrategias cotidianas de corto y medio plazo.
• El movimiento sindical, desde su autonomía programática y
estratégica, debe ampliar sus alianzas sin complejos ni
arrogancia alguna. La CSI, con sus 180 millones de asociados
en el mundo, está en condiciones optimas de impulsar con
éxito esa política de alianzas con las fuerzas socio-políticas
progresistas y con todas las expresiones asociativas decentes y
comprometidas con la causa de la Justicia, la Solidaridad y la
primacía del humanismo sobre el planeta, muy en especial con
las ONGs más significativas en la escena nacional e
internacional. Debe terminar para siempre el rechazo mutuo, o
como mínimo el recelo, entre sindicatos y ONGs, a causa del
cual los primeros acusan a las segundas de “caber en un taxi” y
éstas de burocratismo y decadencia a los sindicatos. Debemos
esforzarnos en definir programas y acciones conjuntas pues es
inmenso el interés común en otras sociedades, otra economía,
otro mundo humano y sostenible. Y, sobre todo, sindicatos y
ONGs tenemos un reto vital: reencontrarnos con los jóvenes,
volver a seducirlos, ponernos en sus manos y pasarles el
testigo de la historia y del futuro. Nunca lograremos ese
reencuentro, en el que nos va la supervivencia, confrontando o
descalificándonos.
• El movimiento sindical internacional no debe quedar enredado
en lo que yo llamo “el laberinto de los Gs”, es decir, esas
agrupaciones elitistas, de capitalismo más o menos agotado y
de capitalismo emergente con vocación de agotarse a medio
plazo, que pretenden erigirse en salvadores mesiánicos de
poblaciones golpeadas por una crisis que ellos mismos han
provocado. Hemos de apostar por el G-180, que son, más o
menos, los países del planeta; Apostar por la solidaridad nortesur,
sur-sur, por un rol más comprometido y testimonial de las
potencias emergentes hoy que vienen del subdesarrollo de
ayer: Brasil, India, Sudáfrica, China… es decir, apostar por la
ONU en su conjunto, por sus agencias especializadas, la OIT
muy especialmente, que son ya estructuras valiosas de
regulación y de gobernabilidad mundial, y que resulta suicida
debilitarlas o ningunearlas con esos inventos bastante estériles,
por otra parte, de los Gs.
• Hay que intensificar la lucha en todos los frentes por lo que en
su día llamamos la “tasa Tobin” y más recientemente el ITF,
impuesto sobre las transacciones financieras internacionales, el
tuétano de este capitalismo. Hay decenas de miles de millones
de euros a ganar para el gasto social y para enjugar los déficits
presupuestarios contra los que se ensaña la especulación y el
espolio de los llamados “mercados”. En ese sentido, hay
alguna buena noticia: el Parlamento Europeo ha aprobado
solicitar a los Estados que apliquen el ITF cuanto antes.
• Plantear la batalla ideológica frente y contra este capitalismo
financiero y especulativo. Nos va la vida en ello. Debemos
apropiarnos y atrincherarnos en nuestras constituciones pues
ninguna de ellas, al menos las de los muchos países que yo
conozco, incluyen el capitalismo, y mucho menos este
capitalismo tóxico, como modelo de economía. Nuestras
constituciones, a lo sumo, matices aparte, hablan de economía
de mercado, y la española más exactamente de Economía
Social de Mercado (ESM). Yo vengo clamando hace mucho
tiempo por la otrora denostada ESM frente y contra este
capitalismo. Hemos de exigir que se constitucionalice y respete
un modelo económico sostenible orientado al bien común y
meter en cintura legal, a todos los niveles nacionales e
internacionales, este capitalismo salvaje que patea el planeta
como caballo loco sin que el jinete, o sea, nosotros, tenga el
menor control sobre él, o como gorila con motosierra que se
escapó de la jaula sembrando el pánico en el zoológico…
• Pero no es cosa de limitarnos a la denuncia o rechazo verbal, a
la retórica anti-capitalista. El movimiento sindical, como parte
de un espectro de amplias alianzas, hemos de prepararnos para
una construcción alternativa a este capitalismo nocivo. Una
construcción de alcance intergeneracional basada en uno de los
más hermosos –y en demasiados casos, olvidado- paradigma
histórico del movimiento de los trabajadores: un modelo de
economía social y solidaria, de amplia base cooperativa y
autogestionaria, flexible y adaptable a las distintas
realidades socio-económicas y culturales. Para quien crea
que estoy caminando sobre la mayonesa utópica, que dirían los
amigos brasileros, deben saber que, sólo en España, la
Economía Social y Solidaria (ESS) ocupa a 3 millones de
personas y factura más de 200.000 millones de euros anuales.
Por supuesto que las empresas de la ESS sufren el impacto de
la crisis provocada por otros; la diferencia es que lo afrontan
de modo racional y humano y en base al principio de no
destruir puestos de trabajo. Justo lo contrario de como
gestionan la crisis quienes la provocaron y que provocan, a su
vez, que vayamos en España camino de los 6 millones de
desempleados.
• Defensa de la universalidad del Estado Social y Democrático
de Derecho, de los Servicios Públicos, de la participación
pública y estatal en sectores estratégicos de la economía, la
industria, la alimentación, la energía, el crédito, de la equidad y
progresividad fiscal… Insistir en la batalla ideológica y en la
afirmación a ultranza de los valores democráticos, concienciar
a nuestras sociedades que la deriva en progresión de este
capitalismo sin lógica ni reglas nos aproxima a nuevas
fronteras de fascismo y totalitarismo. La historia se repite
mucho más de lo que nos creemos, basta con conocerla. Este
capitalismo provoca y fomenta la desigualdad social extrema
y, incapaz de estructurar el consenso y gestionar el conflicto
social, sólo es compatible con democracias de broma o
dictaduras en serio.

• Por último, el movimiento sindical debe comprometerse e
implicarse mucho más a fondo en los procesos de integración
supranacional, en su ámbito lógico y natural y en sus
dimensiones sociales y democráticas. Esos procesos no pueden
quedar al arbitrio exclusivo del mercantilismo de las
multinacionales y de sus gestores gubernamentales. En el caso
que nos ocupa, la CSA puede y debe comprometerse en el
proceso de construcción de la Comunidad Latinoamericana y
Caribeña de Naciones (CLACN), de Rio Grande a la
Patagonia, con el impulso de liderazgo de potencias
emergentes tan importantes como Brasil, México, Argentina,
Colombia… La CLACN sería una potencia de primer nivel,
con un fuerte acervo humanista y democrático, y una
contribución decisiva al logro de otro modelo radicalmente
distinto de globalización. Justo el rol al que nunca debió
renunciar la Unión Europea, hoy en crisis a causa del contagio
tóxico de este capitalismo y de esta globalización y por la falta
de voluntad política de constituirse en un polo alternativo, el
de la inconclusa y añorada Europa Social y Solidaria.
Compañeros y compañeras:
Debemos pensar y luchar juntos, bien organizados en la CSI, en un doble frente:
1) La resistencia frente a la crisis y al capitalismo que la provoca y la defensa de
los sectores sociales que la padecen más injustamente.
2) La construcción desde la base de otra economía, otras sociedades, otras
democracias reales, fundadas en el Trabajo y la Solidaridad.
Muchas gracias.

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